Hanna García, una historia de migración, inclusión y diversidad en Perú

LLegó de Venezuela buscando tratamiento retroviral y encontró un país que la acogió en su proceso de transición

Hanna García es migrante y sexodiversa. En Perú comenzó la transición para terminar de verse como realmente es, una mujer. Llegó en el 2018.

Bailarina de profesión y cero positiva que recibe los medicamentos para mantenerse indetectable, contó a la OIM , que se vio obligada a migrar debido a la falta de terapia antirretroviral (TAR) en su país para atender el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).

Como muchos migrantes, trajo una vida y una profesión que no cabía en una maleta. Se graduó en la Universidad de Los Andes, en el Estado de Mérida, de danza y artes del movimiento.

Comenzó su transición en el país de acogida y poco está descubriendo quien quiere ser. “En mi país tuve una vida como chico gay. Yo comencé mi transición en Lima, en octubre del 2022. De hecho, entré a Perú como una persona con género masculino, con mi orientación y mi género, y la expresión como tal también, luego pasé por un proceso no binario, para descubrirme como una persona trans, gracias a la comunidad de la que soy parte”, cuenta. 

Dice sentirse a gusto por la receptividad de las instituciones peruanas y el trató que ha recibido de sus ciudadanos. 

“Mi país tiene una cultura bastante machista y es difícil para una chica trans andar por la calle sin que te griten cosas. Eso también es violencia. En Perú, la gente es más tranquila, la mayoría solo te mira. La discriminación más fuerte viene por ser venezolana y hasta en el sistema de salud eso se puede sentir”, dice.

Desde hace dos años trabaja como mesonera y está aprendiendo el oficio de preparar comida, que se ha convertido no solo en la actividad que la sustenta si no que disfruta mucho.  

Considera que hay muchas cosas que pueden mejorar en beneficio de la sexovidersidad. Puso como ejemplo, la  falta de información sobre oportunidades de trabajo, trámites migratorios y apoyo psicológico. 

Temas especialmente importantes en los adolescentes de 14 o 15 años, miembros de la comunidad LGTBIQ+, que están migrando desde Venezuela y traen consigo muchas carencias. “Vienen con sueños, con ganas de estudiar, con ideas de lo que quieren hacer con sus vidas, pero son unos niños, y hay que guiarlos, tenemos que ayudarlos”, recalca; por ello hoy más que nunca, el mensaje que transmite esta fecha es que vivamos todos».