De Carabobo a Lima: La historia de Fanny Alegre, una líder al servicio del Rimac

Entrevista especial

Limeña de nacimiento, carabobeña de corazón. Así es Fanny Alegre, una líder con vocación de servicio que se ha convertido en la mano amiga de sus vecinos a través del Consejo de Residentes (CDR) en Rímac y su organización Trabajando Sin Frontera.

Asistente administrativo de profesión pero  fabricante de calzado por tradición familiar, aprendió el oficio de su papá “y me ha servido para mantener a sus hijos”, comentó.

Llegó a Venezuela a la edad de tres años; sus recuerdos de la infancia, su familia, su casa, su vida, todo lo construyó en el que fue su país de acogida, hasta que la crisis tocó a su puerta.

“Me tuve que venir a Lima en el año 2015 porque la crisis económica me estaba afectando y, aún más a mi familia. Mis hijos no merecían vivir en un país escaso de todo; educación, salud, comida y seguridad”, contó.

Entró al país en el que nació como una extranjera más porque no tenía ningún documento peruano y reconoce que la trataron como una extraña: “Llegué con mi pasaporte y cédula venezolana y por mi acento dudaron de mi nacionalidad. Fui víctima de xenofobia y discriminación por las ideas equivocados que tenían algunos compatriotas sobre mis hermanos venezolanos. Gracias a Dios y mi trabajo que me ayudó a demostrar que los buenos somos más”.

Maleta de sueño y las ganas de ayudar

Fanny, como muchos migrantes, no pudo meter en su maleta todo lo que quiso, pero sí todo lo que pudo y unas de las cosas con las que llegó al Perú fue con sus ganas de ayudar.  Dio sus primeros pasos en el 2010 cuando empezó a prestar apoyo en organizaciones  que atendían temas sociales y de derechos humanos de la población más vulnerable de Valencia. 

“Más que todo eran niños, niñas y adolescentes así como personas de la tercera edad promoviendo la recreación para garantizar la salud mental de estas personas”, dijo.

Ya fuera de su natal Carabobo y zona de confort, como ella misma lo define, sintió la necesidad de tender su mano, a quienes como ella, se fueron buscando un futuro mejor.  Se dedicó a conseguir ayuda para sus hermanos que venían al Perú sin tener dónde llegar y sin conocer nada y a nadie. 

“Tomando siempre como prioridad a nuestros niños niñas y adolescentes que eran los más afectados con todo este cambio brusco que muchos sufrimos”. Empezó su gestión con su entorno más cercano: el salón de clases de su hijo en el que había menores de zonas muy humildes y les organizó una fiesta de navidad sin que ellos debieran poner algo. 

Tocó puertas, apeló  al buen corazón de personas de bien para conseguir y lo que hacía falta para ofrecerle un momento irrepetible a los estudiantes. Dado los buenos resultados, quedó con ganas de más y fue en búsqueda de personas que estaban llegando y necesitaban orientación migratoria.

Aliados para apoyar

Alegre agradece el acompañamiento de Veneactiva, que junto a Mag The Bay, Ocasiven, Acnur, Plan Internacional, Care Perú, Hias Perú y entre otros apoyan en los casos que no están a su alcance.

Su punto de contacto es 929066010 y correo electrónico es ongtrabajandosinfronteras@gmail.com

Experiencias que marcan

Consultada por alguna vivencia que la haya marcado, Alegre contó la historia de un jóven al que le prestó apoyo luego de una tormentosa llegada al país. 

Estaba solo y lo habían robado en el camino. Recuerda que llegó a Lima sin plata y sin conocer a nadie; como pudo, escribió en un grupo de Facebook  pidiendo ayuda y la contactaron para  apoyarlo. 

“Fui con mi amiga a Margarita a buscarlo al terminal y cuando llegué se puso a llorar. Le dije tranquilo que llegó el refuerzo; acto seguido lo llevamos a la casa. Lo atendimos y estuvo con nosotros por unos días hasta que consiguió trabajo y se mudó a un cuarto. Con el tiempo trajo a su esposa e hijas y me las presentó. Siempre me escribe para saludarme”.

Trabajando sin Frontera

La capacidad de ayudar superó sus propias posibilidades. Por ello se abrió paso en el CDR de Rimac y luego en la organización que ella misma bautizó como Trabajando Sin Frontera.

“Al principio yo hacía eso como Fanny Alegre, luego me decían que para poder ayudarme tenía que estar legalmente constituida. Por eso, me reuní con unos amigos que sentían el mismo amor por el prójimo que yo y decidimos formar nuestra asociación en la que brindamos asistencia a la población más vulnerable como son los niños y adolescentes, así como  sus familias tanto venezolanas como peruanas o de la nacionalidad que necesiten.

Añade que su trabajo le ha permitido descubrir las necesidades de su entorno que van desde trámites migratorios, cupos escolares y apoyos emocionales a los menores 

“Cuando no podemos solucionar pues los derivamos a las organizaciones que si pueden ayudarlos”